sábado, 7 de diciembre de 2013
sábado, 9 de noviembre de 2013
viernes, 1 de noviembre de 2013
sábado, 12 de octubre de 2013
Destinos
Yo, señor,
no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros
tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el
destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por
sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena
marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por
el camino de los cardos y de las chumberas. Aquellos gozan de un mirar sereno y
al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren
del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por
defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y
colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya.
Camilo José Cela
sábado, 5 de octubre de 2013
BELLA
Y OSCURA
Recuerdo que al atardecer
el viento nos traía desde la otra ladera un estruendo de mugidos y berridos.
Muchas veces nos quedábamos contemplando la caída del sol mientras el aire se
pintaba de un verde azulado y llegaban rebotando hasta nosotros las voces
desaforadas de las bestias. Yo siempre creí que eran llamadas sexuales, gemidos
del calor del celo y del placer; pero luego, después de que descubrieran
nuestro escondite y se lo llevaran, me enteré de que el alboroto provenía de un
matadero y que eran gritos de agonía arrancados por el cuchillo del carnicero.
Desde entonces cada vez que pienso en aquellos crepúsculos finales los veo en
mi memoria del color de la sangre, hermosos y transparentes y terribles. Así de
cerca está la dulzura del horror en esta vida tan bella y tan oscura."
jueves, 25 de julio de 2013
domingo, 7 de abril de 2013
Sara
Solo un hilo de luz que acarició su rostro burlando el
desconchado portón de la contraventana antigüa le descubría de nuevo el
amanecer del mundo, y en el instante mismo en que rebasó la línea que separa lo
soñado de lo vivido, fue consciente de la oscura y profunda noche en la que su
alma llevaba sumida desde aquel trágico día.
En efecto, todo lo que la rodeaba había adquirido una pesadez insoportable, el aire le
resultaba casi tóxico y sus ilusiones eran ahora como una losa inmensa amarrada
a un pie que inútilmente trataba de mover a diario y que la hacía permanecer
irremediablemente siempre en la misma
posición ante la vida.
Sara se incorporó en la cama con dificultad, llevaba tanto tiempo
postrada en ella que todos sus músculos
estaban contracturados y se estiró lentamente del modo en que lo haría un
perezoso tridáctilo en la selva, como si quisiera que el mundo no detectara su
presencia en el; se dirigió a la cocina, preparó un café y mientras se gestaba
al fuego encendió el primer cigarrillo de la mañana sentada en su taburete
azul.
Luis le habría reprendido por andar descalza, pensó, el solía
hacerlo por cosas así , como cuando por
la noche se quedaba dormida en el sofá viendo la televisión, vas a acabar
siendo una vieja encorvada, le decía.
En realidad esa mañana no se puso las alpargatas a propósito,
esperando en cualquier momento escuchar su voz desde el final del pasillo
diciendo: el suelo está helado, vas a coger un pasmo.
Todavía no se sentía preparada para enfrentarse a la realidad, en
el fondo sabía que estaba sola, ese afán proteccionista era un espejismo del
pasado, como lo era el aroma de la casa a Carolina Herrera 212, las largas
conversaciones en esa misma cocina durante las cenas diarias, los abrazos antes
de despedirse ambos para ir a sus respectivos trabajos y, en definitiva,
toda una compilación de pequeños
momentos que contribuían a hacer de su
existencia algo irrepetible y cuya ausencia le daba ahora un tinte
insoportable.
Aquella mañana, la del 20 de agosto, Luis, como era habitual en
el salió apresuradamente con la corbata a medio anudar y el café en la mano, no
hubo tiempo para despedidas, no quería perder el vuelo que lo llevaría a la isla de Gran Canaria
para una importante reunión de negocios, llevaba mucho tiempo preparando aquel
evento, estaba nervioso y emocionado, si todo salía según lo previsto podría
suponerle un ascenso.
Daban las 16.45h y aquella llamada del hospital lo cambió todo, Sara
descolgó el teléfono, nada le hacía sospechar lo que había sucedido, señorita, le
dijeron con voz tenue y temblorosa, le comunicamos que su pareja ha sido
trasladada a nuestro centro herido de gravedad después de haberse accidentado
durante el despegue el avión en el que viajaba, la hemos llamado por petición
expresa de el, por favor no se demore en llegar, el pronóstico no es bueno. No
acudió a tiempo, le abandonó la vida anhelando su llegada y eso la hacía sentir
tan culpable, la doctora que lo atendió le notificó que lo último que dijo
antes de perder la consciencia fue “te llevo conmigo señora Dalloway, eres mi
vida”.
Así la llamaba cariñosamente desde que descubrió su devoción incondicional a la vida y obra de
Virginia Woolf que ella demostró desde que se conocieron cuatro años antes.
Desde ese día hacía lo imposible por enfrentarse a la rutina con
diligencia acudiendo al trabajo y volviendo a sus labores diarias, tratando de
normalizar su vida de nuevo, asumiendo su ausencia y a veces creía lograrlo,
pero era tan injusto, le resultaba tan difícil.
Su visión de todo era diferente hoy y eso era lo único positivo
que creía haber sacado de lo que le
había sucedido, ahora sabía bien que no tenemos la vida en propiedad ,que no
nos pertenece, sino mas bien todo lo contrario, es ella la que dispone bajo su
caprichoso criterio, la que nos ofrece o
nos niega a conveniencia y por eso estamos obligados a disfrutar de sus
concesiones cada día , como si cada día fuera un regalo irrepetible e
incomparable al anterior , por que así es en realidad.
Sara miró con pesadumbre el fondo de la taza vacía cuajada de
restos de azúcar y pequeños posos de café y permaneció así algún tiempo,
centrarse en cosas triviales aligeraba su dolor momentáneamente, después apagó
el cigarrillo, se levanto del taburete y se dirigió hacia el baño,” hoy me
pondré el traje gris y la sombra azul de ojos” se dijo en voz baja. Mientras se
maquillaba el rostro pensaba en el día en que saldría a la calle con la cara
lavada hacía la vida, sintiéndose de nuevo parte del mundo y deseando despertar
de su oscura y profunda noche que duraba ya demasiado tiempo.
Saúl
lunes, 4 de marzo de 2013
domingo, 20 de enero de 2013
Antonio
Vivaldi
Las
cuatro estaciones
Vivaldi escribió
las 4 estaciones, en 1725 y las dedicó al Conde Venceslao di como Morzin
Se dice que Vivaldi era un amante de la naturaleza en dónde encontraba la fuente de su grandiosa inspiración, por ello dedicó, un homenaje a la misma, dichos conciertos.
Se dice que Vivaldi era un amante de la naturaleza en dónde encontraba la fuente de su grandiosa inspiración, por ello dedicó, un homenaje a la misma, dichos conciertos.
Primavera
La
Primavera
-Allegro: Despierta la primavera, se oyen el canto de
los pájaros, el murmullo de las fuentes, la tormenta.
-Largo e
pianissimo:
Tranquilidad, susurro de las plantas, ladridos de perros, el pastor duerme.
-Allegro: Se oye
una danza campestre (siciliana) y las cuerdas graves imitan la nota
"pedal" de la zanfoña
Verano
El
Verano
-Allegro non
molto: El calor
produce cansancio; la respiración es lenta y profunda. Cantan el cuco, la
tórtola, el jilguero… Sopla un leve vientecillo. El campesino lamenta su
destino incierto. ¿Se malogrará la cosecha por causa de la tormenta?
-Adagio: Sigue el sopor, y las moscas son impertinentes.
-Presto: Vivaldi describe una tormenta y las rápidas
escalas evocan la fuerza del viento y la violencia de la tormenta.
Otoño
El
Otoño
-Allegro: Los campesinos cantan y bailan; la cosecha ha
sido buena. Uno de ellos se ha emborrachado con el vino nuevo y se amodorra.
-Adagio: La calma es absoluta. Todos duermen.
-Allegro: Ahora Vivaldi evoca escenas de caza: escopetas,
perros, la fiera que huye y muere finalmente acosada por todos.
Invierno
El
invierno
-Allegro non
molto: Cae la nieve;
se desata la tormenta; hay que moverse para combatir el frío; los cuerpos
tiritan; los dientes chasquean. Ahora Vivaldi expresa armonías disonantes para
reflejar el ambiente gélido. El hombre disfruta ante el fuego hogareño.
-Largo: Cae la lluvia y se escuchan las canales de los
tejados.
-Allegro: Ahora caminamos por las aguas de la helada. El
paso es inseguro; hay resbalones; pero los hielos se van rompiendo. Comienza el
deshielo; la música se agita; todo es movimiento.
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